Estudio comparativo de la eficiencia energética del sistema constructivo tradicional (quincha) con el sistema constructivo convencional en viviendas en el valle de Uspallata en la provincia de Mendiza
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Resumen
Trabajo fin de máster dirigido por Carolina Ganem Karlen, y tutora María López de Asiaín. En áreas rurales del Noroeste argentino (NOA), en aproximadamente un 70 % de las edificaciones existentes se empleó alguna de las técnicas tradicionales de construcción con tierra para la ejecución de muros, de techos y de pisos, por presentar -según sus propietarios- excelentes cualidades físicas y ambientales, entre las fortalezas reconocidas. En relación al aspecto económico, actualmente, la situación es grave, ya que se ha generado un incremento de personas con necesidades básicas insatisfechas (NBI), para los cuales acceder a su propio techo les resulta muy improbable y como necesitan un lugar para vivir, engrosan los cinturones de pobreza que rodean las ciudades o viven en el área rural, en construcciones precarias, de muy mala calidad desde el punto de vista sanitario y ambiental. A nivel ambiental, se incrementan las emisiones polucionantes propias de la fabricación de los materiales convencionales. La demanda de viviendas nuevas en el sector residencial y terciario es muy elevada, y si consideramos el costo por unidad de superficie, que no resulta menor a $ 1800/m² (450 U$D), tomando en cuenta además costos de urbanización, nos lleva a una cifra monetaria que Argentina no puede asumir. Sin embargo, el nuevo impulso de la construcción con materiales tradicionales es incipiente y en valles de montaña, como el Valle de Uco o el Valle de Uspallata, se observa una tipología de vivienda en la que los materiales constructivos siguen siendo convencionales. Éstos no son los apropiados para el clima árido seco de montaña, extremo, con grandes amplitudes térmicas tanto diarias como anuales, debido en parte a la altitud en la que se encuentra el sitio, además de un alto costo económico y ambiental.
Trabajo fin de máster dirigido por Carolina Ganem Karlen, y tutora María López de Asiaín. En áreas rurales del Noroeste argentino (NOA), en aproximadamente un 70 % de las edificaciones existentes se empleó alguna de las técnicas tradicionales de construcción con tierra para la ejecución de muros, de techos y de pisos, por presentar -según sus propietarios- excelentes cualidades físicas y ambientales, entre las fortalezas reconocidas. En relación al aspecto económico, actualmente, la situación es grave, ya que se ha generado un incremento de personas con necesidades básicas insatisfechas (NBI), para los cuales acceder a su propio techo les resulta muy improbable y como necesitan un lugar para vivir, engrosan los cinturones de pobreza que rodean las ciudades o viven en el área rural, en construcciones precarias, de muy mala calidad desde el punto de vista sanitario y ambiental. A nivel ambiental, se incrementan las emisiones polucionantes propias de la fabricación de los materiales convencionales. La demanda de viviendas nuevas en el sector residencial y terciario es muy elevada, y si consideramos el costo por unidad de superficie, que no resulta menor a $ 1800/m² (450 U$D), tomando en cuenta además costos de urbanización, nos lleva a una cifra monetaria que Argentina no puede asumir. Sin embargo, el nuevo impulso de la construcción con materiales tradicionales es incipiente y en valles de montaña, como el Valle de Uco o el Valle de Uspallata, se observa una tipología de vivienda en la que los materiales constructivos siguen siendo convencionales. Éstos no son los apropiados para el clima árido seco de montaña, extremo, con grandes amplitudes térmicas tanto diarias como anuales, debido en parte a la altitud en la que se encuentra el sitio, además de un alto costo económico y ambiental.