Estrategias de control climático para el espacio público de Écija mediante el caso de la Plaza de España
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Editorial
Resumen
Trabajo fin de Máster dirigido por Jaime López de Asiaín. Écija se caracteriza por su clima. Conocida como la “sartén de Andalucía”, destaca por las altas temperaturas registradas en los meses de verano siendo habitual que se sobrepasen diariamente los 40 °C. Este hecho se debe a su situación geográfica ya que se encuentra en pleno Valle del Guadalquivir. Su clima es mediterráneo y se caracteriza por sus veranos secos y calurosos y una pluviosidad bastante escasa y concentrada en las estaciones intermedias (primavera y otoño), con la particularidad de unos inviernos fríos y con heladas debido a la concentración de aire frío que se produce por estar la ciudad en un valle. Por nuestra cultura y carácter, gran parte de la vida de las personas que habitamos en este clima se desarrolla en la calle y en las plazas, en definitiva en el espacio público de las ciudades y pueblos. Las calles definen un microclima, térmico y social, que consiente la satisfacción de la necesidad de apertura, de exterioridad, de relación, pero en el que los vecinos mantienen su personalidad peculiar y su tiempo vital como “grupo” distinto y un poco aparte del carácter y dinámica propia de la urbe. La habitabilidad de un espacio se entiende como la combinación óptima de una serie de variables que permiten a una persona estar de una manera confortable y segura en dicho espacio. La planificación y diseño del espacio público permite controlar aquellas variables de las cuales dependen las condiciones morfológicas, de confort y atracción. La proporción de la calle, la presencia de vegetación y la insolación durante las horas de mayor uso del día, son algunas de estas variables que determinan la habitabilidad. El control de las variables del entorno en el espacio público se considera como un elemento de organización que permite un mayor uso y disfrute.
Trabajo fin de Máster dirigido por Jaime López de Asiaín. Écija se caracteriza por su clima. Conocida como la “sartén de Andalucía”, destaca por las altas temperaturas registradas en los meses de verano siendo habitual que se sobrepasen diariamente los 40 °C. Este hecho se debe a su situación geográfica ya que se encuentra en pleno Valle del Guadalquivir. Su clima es mediterráneo y se caracteriza por sus veranos secos y calurosos y una pluviosidad bastante escasa y concentrada en las estaciones intermedias (primavera y otoño), con la particularidad de unos inviernos fríos y con heladas debido a la concentración de aire frío que se produce por estar la ciudad en un valle. Por nuestra cultura y carácter, gran parte de la vida de las personas que habitamos en este clima se desarrolla en la calle y en las plazas, en definitiva en el espacio público de las ciudades y pueblos. Las calles definen un microclima, térmico y social, que consiente la satisfacción de la necesidad de apertura, de exterioridad, de relación, pero en el que los vecinos mantienen su personalidad peculiar y su tiempo vital como “grupo” distinto y un poco aparte del carácter y dinámica propia de la urbe. La habitabilidad de un espacio se entiende como la combinación óptima de una serie de variables que permiten a una persona estar de una manera confortable y segura en dicho espacio. La planificación y diseño del espacio público permite controlar aquellas variables de las cuales dependen las condiciones morfológicas, de confort y atracción. La proporción de la calle, la presencia de vegetación y la insolación durante las horas de mayor uso del día, son algunas de estas variables que determinan la habitabilidad. El control de las variables del entorno en el espacio público se considera como un elemento de organización que permite un mayor uso y disfrute.