Guía Didáctica: Flipped Classroom (Aula Invertida) en formación universitaria
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Flipped Classroom, el método aula invertida o aula inversa, es un modelo pedagógico consistente en que el alumnado de una acción formativa realiza las actividades de aprendizaje relacionadas con la transmisión de contenidos con anterioridad a las clases presenciales, aprovechando las facilidades que proporcionan el uso de las TICs, con el fin de dedicar el tiempo en el aula con el profesorado a debatir, profundizar, resolver dudas y realizar prácticas sobre esos contenidos más teóricos previamente trabajados de forma individual o grupal. La expresión se la debemos a Bergmanny Sams (2012), profesores norteamericanos de química en educación secundaria, que empezaron a grabar los contenidos de sus materias y a elaborar presentaciones, para remitirlas a aquellos alumnos y alumnas que no podían asistir a algún día a clase. Con el tiempo, se fueron dando cuenta que los resultados en términos de aprendizaje eran superiores cuando empleaban este sistema, por lo que decidieron generalizarlo a todo su alumnado. Así comprobaron que se había incrementado significativamente la media de calificaciones del alumnado al utilizar el flipped classroom y, lo que señalan como su descubrimiento más relevante: que podían dedicar las clases presenciales a otro tipo de actividades que mejoraban el aprendizaje: debates, trabajos grupales, trabajo por proyectos, casos prácticos, etc. El Aula Invertida ofrece al personal docente ventajas importantes frente a otros métodos pedagógicos más tradicionales centrados en exposición de contenidos teóricos y aclaración de dudas en las clases presenciales y en la realización de actividades prácticas fuera del aula. De esta forma se promueve un aprendizaje activo, basado en la exploración, la articulación y aplicación de ideas, facilita el trabajo colaborativo, el intercambio de ideas, la orientación a la práctica y a la transferencia de los contenidos, la atención a la diversidad, a los diferentes estilos y ritmos de aprendizaje, el aprovechamiento de los conocimientos y experiencias previas de las personas participantes. Por ello, como formadores nos encontramos con la oportunidad y el reto de “flippear” nuestras clases” para adaptar nuestras prácticas formativas al contexto pedagógico y tecnológico actual y poder sacar el mayor partido a las nuevas posibilidades que brindan las TICs y las redes sociales.
Flipped Classroom, el método aula invertida o aula inversa, es un modelo pedagógico consistente en que el alumnado de una acción formativa realiza las actividades de aprendizaje relacionadas con la transmisión de contenidos con anterioridad a las clases presenciales, aprovechando las facilidades que proporcionan el uso de las TICs, con el fin de dedicar el tiempo en el aula con el profesorado a debatir, profundizar, resolver dudas y realizar prácticas sobre esos contenidos más teóricos previamente trabajados de forma individual o grupal. La expresión se la debemos a Bergmanny Sams (2012), profesores norteamericanos de química en educación secundaria, que empezaron a grabar los contenidos de sus materias y a elaborar presentaciones, para remitirlas a aquellos alumnos y alumnas que no podían asistir a algún día a clase. Con el tiempo, se fueron dando cuenta que los resultados en términos de aprendizaje eran superiores cuando empleaban este sistema, por lo que decidieron generalizarlo a todo su alumnado. Así comprobaron que se había incrementado significativamente la media de calificaciones del alumnado al utilizar el flipped classroom y, lo que señalan como su descubrimiento más relevante: que podían dedicar las clases presenciales a otro tipo de actividades que mejoraban el aprendizaje: debates, trabajos grupales, trabajo por proyectos, casos prácticos, etc. El Aula Invertida ofrece al personal docente ventajas importantes frente a otros métodos pedagógicos más tradicionales centrados en exposición de contenidos teóricos y aclaración de dudas en las clases presenciales y en la realización de actividades prácticas fuera del aula. De esta forma se promueve un aprendizaje activo, basado en la exploración, la articulación y aplicación de ideas, facilita el trabajo colaborativo, el intercambio de ideas, la orientación a la práctica y a la transferencia de los contenidos, la atención a la diversidad, a los diferentes estilos y ritmos de aprendizaje, el aprovechamiento de los conocimientos y experiencias previas de las personas participantes. Por ello, como formadores nos encontramos con la oportunidad y el reto de “flippear” nuestras clases” para adaptar nuestras prácticas formativas al contexto pedagógico y tecnológico actual y poder sacar el mayor partido a las nuevas posibilidades que brindan las TICs y las redes sociales.