El patrimonio cultural en la provincia de Ciego de Ávila (Cuba) : Análisis y propuestas de ida y vuelta
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Cuba y España tienen una larga historia común en la que, por encima de avatares de todo tipo, se ha impuesto una relación especial que ha perdurado en el tiempo. No solo hablamos el mismo idioma, sino que es difícil diferenciar el habla cubana de la canaria; Cádiz, La Habana o Santiago parecen ciudades gemelas; miles de cubanos y españoles tienen compartidos apellidos de origen andaluz, catalán, asturiano o gallego; las habaneras o la rumba nos unen con sus sones de ida y vuelta; en muchas partes de España aún se recuerda a los «rayaillos» y la Guerra de Cuba; y el español Antonio Gades contempla desde un pórtico palaciego la plaza de la Catedral de la Habana, ciudad en la que descansa. Tal es la relación, que en España, para relativizar algo negativo, se dice: «Más se perdió en Cuba». En esta historia común tiene su origen la actual provincia de Ciego de Ávila. Un territorio llano caracterizado por la importancia histórica de la agricultura y la ganadería, por la impronta omnipresente de la caña y la agroindustria azucarera; por su impresionante diversidad étnica y cultural; o por sus espacios naturales interiores y litorales. Y, sobre todo, por la Trocha militar de Júcaro a Morón, columna vertebral sobre la que se irá construyendo una identidad territorial, social y cultural que constituye hoy la naturaleza de los avileños: yacimientos arqueológicos prehispánicos; espacios naturales de gran belleza; arquitectura colonial y ecléctica; herencias culturales haitianas, jamaicanas, chinas y árabes; tradiciones de origen hispano; bateyes y grandes centrales azucareros; el ferrocarril; los restos de los fortines de La Trocha; el cultivo del tabaco y las manifestaciones culturales guajiras como el punto, el repentismo, las parrandas o los bandos.
Cuba y España tienen una larga historia común en la que, por encima de avatares de todo tipo, se ha impuesto una relación especial que ha perdurado en el tiempo. No solo hablamos el mismo idioma, sino que es difícil diferenciar el habla cubana de la canaria; Cádiz, La Habana o Santiago parecen ciudades gemelas; miles de cubanos y españoles tienen compartidos apellidos de origen andaluz, catalán, asturiano o gallego; las habaneras o la rumba nos unen con sus sones de ida y vuelta; en muchas partes de España aún se recuerda a los «rayaillos» y la Guerra de Cuba; y el español Antonio Gades contempla desde un pórtico palaciego la plaza de la Catedral de la Habana, ciudad en la que descansa. Tal es la relación, que en España, para relativizar algo negativo, se dice: «Más se perdió en Cuba». En esta historia común tiene su origen la actual provincia de Ciego de Ávila. Un territorio llano caracterizado por la importancia histórica de la agricultura y la ganadería, por la impronta omnipresente de la caña y la agroindustria azucarera; por su impresionante diversidad étnica y cultural; o por sus espacios naturales interiores y litorales. Y, sobre todo, por la Trocha militar de Júcaro a Morón, columna vertebral sobre la que se irá construyendo una identidad territorial, social y cultural que constituye hoy la naturaleza de los avileños: yacimientos arqueológicos prehispánicos; espacios naturales de gran belleza; arquitectura colonial y ecléctica; herencias culturales haitianas, jamaicanas, chinas y árabes; tradiciones de origen hispano; bateyes y grandes centrales azucareros; el ferrocarril; los restos de los fortines de La Trocha; el cultivo del tabaco y las manifestaciones culturales guajiras como el punto, el repentismo, las parrandas o los bandos.