Las manifestaciones religiosas en la Casa y Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla durante el Antiguo Régimen
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Resumen
Trabajo fin de Máster dirigido por Emilio González Ferrín. El hospital de las Cinco Llagas de Sevilla estuvo bajo jurisdicción papal desde su fundación, dado por el Papa Alejandro VI en 1500, no estando sometido a jurisdicción civil ni eclesiástica alguna, porque dependía únicamente de la autoridad del Papa. Ni los propios fundadores ni sus descendientes tenían ingerencia en ella. Ni siquiera sus administradores, los padres priores de tres conventos de Sevilla -Santa María de las Cuevas, San Jerónimo de Buena Vista y San Isidro del Campo- podían hacer modificación alguna de importancia sin el debido permiso papal. El hospital de las Cinco Llagas al estar bajo egida papal, aplicaba al punto cuantas disposiciones religiosas y rituales ordenaba la Santa Sede. Así, no es de extrañar que todas las instrucciones del concilio de Trento, que atañían a un monasterio-sanatorio como era este hospital, fueran ejecutadas apenas aprobadas, en cuanto a la liturgia y los rituales llevados a cabo por los diversos curas del hospital. La importancia de las capellanías, innumerables misas a favor del alma se acrecentaron en número por la importancia que se dio a partir del Trento a la figura del purgatorio. También destacó el ritual de la muerte llevada a cabo en este hospital y el tratamiento que se dio a las enfermerías femeninas del hospital como si fuesen monasterios en reclusión, completamente separadas del resto del hospital y con acceso restringido a los varones sean legos o religiosos, con un torno y puerta de entrada al área de clausura femenina. Los ingresos económicos de este hospital eran importantes no sólo provenientes de obras pías, patronatos, capellanías, memorias, misas perpetuas, aniversarios de muerte sino también en almonedas generales y particulares, en enterramientos en el cementerio e iglesia, en misas de difuntos y en bulas de santa cruzada. El dinero obtenido se invertía en reformas realizadas continuamente en el hospital, en encalamiento de sus paredes, limpieza de las enfermerías, y sobre todo en el avituallamiento alimentario de las personas que vivían en el hospital (eclesiásticos, trabajadores, enfermas y enfermos). Una parte del ingreso monetario destinaba el hospital en obras pías: liberación de cautivos de moros, de las cárceles de la ciudad, cuantiosas limosnas a viudas, mujeres solas, mendigos y a los convalecientes que egresaban del hospital, regalándoles “sillas de la caridad” y algún dinero. Otra parte importante del dinero recaudado servía para pagar a los curas- priores, mayordomo, administrador, secretario-notario y curas eran eclesiásticos- que al fin y al cabo eran los que realizaban las misas.
Trabajo fin de Máster dirigido por Emilio González Ferrín. El hospital de las Cinco Llagas de Sevilla estuvo bajo jurisdicción papal desde su fundación, dado por el Papa Alejandro VI en 1500, no estando sometido a jurisdicción civil ni eclesiástica alguna, porque dependía únicamente de la autoridad del Papa. Ni los propios fundadores ni sus descendientes tenían ingerencia en ella. Ni siquiera sus administradores, los padres priores de tres conventos de Sevilla -Santa María de las Cuevas, San Jerónimo de Buena Vista y San Isidro del Campo- podían hacer modificación alguna de importancia sin el debido permiso papal. El hospital de las Cinco Llagas al estar bajo egida papal, aplicaba al punto cuantas disposiciones religiosas y rituales ordenaba la Santa Sede. Así, no es de extrañar que todas las instrucciones del concilio de Trento, que atañían a un monasterio-sanatorio como era este hospital, fueran ejecutadas apenas aprobadas, en cuanto a la liturgia y los rituales llevados a cabo por los diversos curas del hospital. La importancia de las capellanías, innumerables misas a favor del alma se acrecentaron en número por la importancia que se dio a partir del Trento a la figura del purgatorio. También destacó el ritual de la muerte llevada a cabo en este hospital y el tratamiento que se dio a las enfermerías femeninas del hospital como si fuesen monasterios en reclusión, completamente separadas del resto del hospital y con acceso restringido a los varones sean legos o religiosos, con un torno y puerta de entrada al área de clausura femenina. Los ingresos económicos de este hospital eran importantes no sólo provenientes de obras pías, patronatos, capellanías, memorias, misas perpetuas, aniversarios de muerte sino también en almonedas generales y particulares, en enterramientos en el cementerio e iglesia, en misas de difuntos y en bulas de santa cruzada. El dinero obtenido se invertía en reformas realizadas continuamente en el hospital, en encalamiento de sus paredes, limpieza de las enfermerías, y sobre todo en el avituallamiento alimentario de las personas que vivían en el hospital (eclesiásticos, trabajadores, enfermas y enfermos). Una parte del ingreso monetario destinaba el hospital en obras pías: liberación de cautivos de moros, de las cárceles de la ciudad, cuantiosas limosnas a viudas, mujeres solas, mendigos y a los convalecientes que egresaban del hospital, regalándoles “sillas de la caridad” y algún dinero. Otra parte importante del dinero recaudado servía para pagar a los curas- priores, mayordomo, administrador, secretario-notario y curas eran eclesiásticos- que al fin y al cabo eran los que realizaban las misas.