Villarroel : un anhelo truncado
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El presidente Gualberto Villarroel fue depuesto y asesinado el 21 de julio de 1946 en el asalto del Palacio Quemado por una muchedumbre enfervorizada contra su supuesta “dictadura”. Rodríguez Ostria analiza lo sucedido. Admite la espontanea participación de vecinos y sindicatos en esta asonada, pero también llama la atención sobre la presencia de milicianos armados del Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR), partido que, a despecho de su nombre, funcionaba como la punta de lanza de la reacción de la élite tradicional contra la actitud rupturista de Villarroel. Asimismo, muestra la participación en los sucesos del Regimiento Loa, que vino a La Paz a defender a Villarroel y “se dio la vuelta”; recuerda que el Palacio fue atacado por un tanque del ejército y, sobre todo, toma en cuenta la decisión de los mandos militares de “dejar hacer” al populacho, sin mover un dedo para defender a su díscolo camarada de armas. En suma, presenta un panorama que combina las características –teóricamente contradictorias– de un golpe de Estado, por un lado, y un levantamiento de masas, por el otro.
El presidente Gualberto Villarroel fue depuesto y asesinado el 21 de julio de 1946 en el asalto del Palacio Quemado por una muchedumbre enfervorizada contra su supuesta “dictadura”. Rodríguez Ostria analiza lo sucedido. Admite la espontanea participación de vecinos y sindicatos en esta asonada, pero también llama la atención sobre la presencia de milicianos armados del Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR), partido que, a despecho de su nombre, funcionaba como la punta de lanza de la reacción de la élite tradicional contra la actitud rupturista de Villarroel. Asimismo, muestra la participación en los sucesos del Regimiento Loa, que vino a La Paz a defender a Villarroel y “se dio la vuelta”; recuerda que el Palacio fue atacado por un tanque del ejército y, sobre todo, toma en cuenta la decisión de los mandos militares de “dejar hacer” al populacho, sin mover un dedo para defender a su díscolo camarada de armas. En suma, presenta un panorama que combina las características –teóricamente contradictorias– de un golpe de Estado, por un lado, y un levantamiento de masas, por el otro.